Por: Guillermo Giacosa
Tomaré parte de un texto del sacerdote Frei Betto que me parece conmovedor. “Interesados en exhibir animales exóticos, a comienzos del siglo XIX dos hermanos franceses viajaron a África del Sur. Aún no existía la fotografía, y la única manera de saciar la curiosidad del público era el dibujo, la pintura, la taxidermia, disecar animales muertos o llevarlos vivos a los zoológicos. Crearon un museo donde, además de animales, se podía apreciar el cadáver de un hombre negro con una lanza en una mano y un escudo en la otra.
El museo fue adquirido por un catalán con el hombre negro incluido y se instaló en Banyoles, España. En 1991, el médico haitiano Alphonse Arcelin visitó este museo: el negro reconoció al negro. Por primera vez, aquel muerto mereció compasión. Indignado, Arcelin lo publicó a los cuatro vientos en vísperas de los Juegos Olímpicos de Barcelona. E intentó que los países africanos sabotearan los Juegos. Intervino el Comité Olímpico y el cadáver fue retirado del museo. Terminadas las Olimpiadas, Banyoles insistió en que la ciudad no debería desprenderse de parte de su patrimonio cultural. Pero Arcelin movilizó a varios gobiernos africanos, a la Organización para la Unidad Africana y al secretario general de la ONU. El gobierno de Aznar decidió devolver el muerto a su tierra de origen. El negro fue descatalogado como pieza de museo y, finalmente, reconocido en su condición humana. Mereció un digno entierro en Botswana”. Luego, cuenta Frei Betto, en 1960, un reportaje se preguntaba si existía el 'Piaui’: era una forma de llamar la atención del Brasil sobre su estado más pobre.
Ahora, dice Betto, hay que preguntar: “¿Existe Haití? Hoy sí. Pero, ¿y antes de ser asolado por el terremoto? ¿A quién le importaba la miseria de ese país? Y, ahora, ¿será que la catástrofe –la más terrible que he presenciado a lo largo de mi vida– es mera culpa de los desajustes de la naturaleza? ¿O de Dios, que se mantiene silencioso ante el drama de miles de muertos, heridos y desamparados? Colonizado por españoles y franceses, Haití conquistó su independencia en 1804, lo que le costó un duro castigo: los esclavistas europeos y estadounidenses lo mantuvieron sometido a un bloqueo comercial durante 60 años. De 1915 a 1934, EE.UU. ocupó Haití. En 1957, el médico François Duvalier, conocido como 'Papá Doc’, se eligió presidente, instaló una cruel dictadura apoyada por los 'tonton macoutes’ –su guardia personal– y por Norteamérica. Haití fue invadido por Francia en 1869, por España en 1871, por Inglaterra en 1877, por los EE.UU. en 1914 y en 1915 y, de nuevo, por este mismo país en 1969”.
Hoy, Haití está bajo tutela de la ONU y ocupado por tropas gringas. Y Betto recuerda que “otros países sufren sismos, y no por eso son tantos los destrozos y las víctimas. A Haití hemos enviado 'misiones de paz’, tropas de intervención y ayudas humanitarias, pero nunca proyectos de desarrollo sustentable. Para el Occidente 'civilizado y cristiano’, Haití siempre ha sido un negro inerte en el escaparate, abandonado a su propia miseria”
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