Se pensaba que la época de las colonias era parte del pasado, que atrás quedaban las añoranzas de trasnochados aprendices de oligarcas; pero no es así, esa forma de pensar se ha refugiado en los pliegues del alma de aquellos que se resisten a creer que el mundo cambia segundo a segundo. Históricamente, por ejemplo, se dice que Velasco metió el puntillazo final a la oligarquía peruana, sin embargo Aldo Mariátegui odia a Velasco (muerto hace más de 30 años) y seguramente quiere flagelarlo despues de muerto (como los feudales hicieron con Oliver Cronwell), pero eso es antihistórico, va contra los procesos. El pueblo no vive de añoranzas, vive el día a día, con la esperanza del mañana mejor, por eso el pueblo haitiano llora a sus muertos, se secará sus lágrimas y volverá a levantar su casa, eso es dialéctico y si bien hoy EEUU que tanto daño ha hecho a Haití (es quien ha gobernado siempre y es el culpable de la más de la mitad de la población en analfabetismo) toma las riendas, será el pueblo haitiano quien conduzca su destino. El siguiente fragmento es desde la perspectiva de Aldo, completamente diferente al ángulo con que vemos las cosas.
"Colectividad de Ultramar" por Aldo Mariátegui
- Curiosamente, quien más dañó a Haití fue EE.UU. con el feroz embargo (1991-1994) que le aplicó para forzar la salida del golpista general Cedras y el retorno al poder del lunático cura ultraizquierdista Aristide (quien gobernaría desastrosamente, como era previsible en alguien que estaba visiblemente orate y acabó en el exilio. Cedras -que ahora es textilero en Panamá- y la élite mercantil lo derrocaron, luego de que quiso gobernar por decreto al perder el apoyo del Congreso, porque sabían lo que se venía con Aristide). No hubo comercio, vuelos, embarques, comunicaciones... nada de nada con el exterior, y un galón de gasolina llegó a los S/.80. Incluso esa parte de la isla sufrió una deforestación tremenda porque la gente usaba la leña para cocinar al no haber combustibles por el bloqueo. Esa medida -que algunos insensatos quisieron que se imponga aquí contra Fujimori tras el 5 de abril de 1992- hizo puré a la precaria estructura productiva haitiana, la que jamás se recuperó y el país se limitó a vivir de la caridad internacional y de las remesas de su numerosa colonia en Miami desde hace mucho tiempo, volviéndose un protectorado de la ONU. Conozco consultores que han trabajado allá y todos son muy pesimistas con que Haití alguna vez salga adelante ("el Perú es Suiza a su lado, compadre"), menos aún con este cataclismo. Es un Estado absolutamente fallido, un pedazo del África más pobre que se coló en América. Sonará horriblemente retrógrada, pero tal vez la única solución a la eterna agonía haitiana es que vuelva a ser dependiente de Francia y que los galos se ocupen de ella, como lo hacen con sus cinco llamados "departamentos de ultramar" (Martinica, Guadalupe, Guyana Francesa, Reunión y Mayotte), que, aunque pobretones, la pasan mucho mejor que Haití. O tal vez el estatus de "Colectividad de Ultramar", que se aplica a la Polinesia francesa, donde la posesión principal es Tahití y en donde el desarrollo es mayor. O una "Colectividad Sui Géneris", como Nueva Caledonia, que tiene un estatus similar al de Puerto Rico con EE.UU. Pero solos no llegan a ningún lado, y menos después de esta desgracia.
"Colectividad de Ultramar" por Aldo Mariátegui
- Curiosamente, quien más dañó a Haití fue EE.UU. con el feroz embargo (1991-1994) que le aplicó para forzar la salida del golpista general Cedras y el retorno al poder del lunático cura ultraizquierdista Aristide (quien gobernaría desastrosamente, como era previsible en alguien que estaba visiblemente orate y acabó en el exilio. Cedras -que ahora es textilero en Panamá- y la élite mercantil lo derrocaron, luego de que quiso gobernar por decreto al perder el apoyo del Congreso, porque sabían lo que se venía con Aristide). No hubo comercio, vuelos, embarques, comunicaciones... nada de nada con el exterior, y un galón de gasolina llegó a los S/.80. Incluso esa parte de la isla sufrió una deforestación tremenda porque la gente usaba la leña para cocinar al no haber combustibles por el bloqueo. Esa medida -que algunos insensatos quisieron que se imponga aquí contra Fujimori tras el 5 de abril de 1992- hizo puré a la precaria estructura productiva haitiana, la que jamás se recuperó y el país se limitó a vivir de la caridad internacional y de las remesas de su numerosa colonia en Miami desde hace mucho tiempo, volviéndose un protectorado de la ONU. Conozco consultores que han trabajado allá y todos son muy pesimistas con que Haití alguna vez salga adelante ("el Perú es Suiza a su lado, compadre"), menos aún con este cataclismo. Es un Estado absolutamente fallido, un pedazo del África más pobre que se coló en América. Sonará horriblemente retrógrada, pero tal vez la única solución a la eterna agonía haitiana es que vuelva a ser dependiente de Francia y que los galos se ocupen de ella, como lo hacen con sus cinco llamados "departamentos de ultramar" (Martinica, Guadalupe, Guyana Francesa, Reunión y Mayotte), que, aunque pobretones, la pasan mucho mejor que Haití. O tal vez el estatus de "Colectividad de Ultramar", que se aplica a la Polinesia francesa, donde la posesión principal es Tahití y en donde el desarrollo es mayor. O una "Colectividad Sui Géneris", como Nueva Caledonia, que tiene un estatus similar al de Puerto Rico con EE.UU. Pero solos no llegan a ningún lado, y menos después de esta desgracia.