viernes, 25 de marzo de 2011

Libia coloca a China en el centro de la atención mundial


Por: M.K. Bhadrakumar

www.atimes.com (Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens)


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¿Definición de un momento histórico?

En breve, el intento de Washington de mostrar que sus planes para Libia vienen influidos por los eventos no tiene sentido. Evidentemente, EE.UU. está definiendo un momento histórico: si los intereses económicos vitales del mundo occidental son amenazados, sólo EE.UU. puede rescatarlos, incluso si el teatro se encuentra en la vecindad inmediata de Europa.

A diferencia del caso de la guerra de Iraq, Europa respalda sólidamente a EE.UU. No hay voces disonantes, como la de Jacques Chirac de Francia o la de Gerhard Schroeder de Alemania, que no tomen en serio la inminente intervención estadounidense. Intereses económicos y empresariales vitales de Europa están en juego en Libia.

Pero las velas de Obama también son impulsadas desde otros dos lugares. Primero, la actitud «cooperativa» de Rusia. Rusia no se opone a los planes de EE.UU., lo que le facilita las cosas a Obama en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y le evita el estigma del «unilateralismo». Los diplomáticos rusos se esforzaron por lograr que la resolución unánime sobre Libia fuera aprobada en Nueva York, lo que fue una contribución importante para la diplomacia estadounidense.

Evidentemente, el «reajuste» de Obama con Moscú está teniendo efecto. Obama ha consentido exitosamente a los caprichos rusos de ser tratados como una «potencia igual». Ahora, incluso podría haber más trueques entre EE.UU. y Rusia en los próximos meses después de la crisis de Medio Oriente. Los iraníes ya expresan su inquietud de que Moscú esté nuevamente jugando a los escondites sobre el inicio de la planta de energía nuclear de Bushehr.

En todo caso, sea o no por coincidencia, el vicepresidente de EE.UU., Joseph Biden, visitará Moscú esta semana y Washington ha ofrecido la defensa de misiles y la participación de Rusia en la Organización Mundial de Comercio como dos áreas prioritarias en las políticas estadounidenses en 2011.

En todo caso, todo este negocio de democracia y «despertar árabe» nunca excitó verdaderamente a Rusia. En la visión «desideologizada» del mundo de Rusia, con un acento total en sus propios intereses, no existe un requerimiento de promover la democracia en el exterior. De hecho, la democracia se puede propagar como una enfermedad contagiosa y, después de todo, el Gran Medio Oriente y el «mundo musulmán» también incluyen el Cáucaso y las estepas centroasiáticas.

También para China, probablemente, exista un desasosiego respecto al virus de la democracia. Pero es una preocupación periférica y probablemente una molestia. Pero China es siempre un país singular y su conducta en Nueva York fue muy poco normal al votar por la resolución de EE.UU. para imponer sanciones contra Libia y enviar a ese país ante la Corte Penal Internacional.

La no intervención ha sido un principio crucial para China. Respecto a Myanmar, Zimbabue o Corea del Norte, la posición de China ha sido consecuente. ¿Fue el espectro de Gaddafi pisoteando el más sagrado de los principios chinos: la estabilidad? China tiene muchos intereses en la estabilidad de Medio Oriente y sucede que sus intereses económicos coinciden con los intereses orientales.
Pero esto no basta para explicar la nueva posición china sobre la soberanía nacional. Un motivo podría ser que la propia China se vio a la defensiva durante gran parte del año pasado al ser puesta en la picota (con razón o sin ella) como un poder «autoritario», y que 2010 resultó ser un año catastrófico para China en política exterior. Libia presenta una oportunidad para que China sea «protagonista», junto a los países occidentales.

La manera cómo China evacuó a sus ciudadanos de Libia también es relevante. Una fragata china fue innecesariamente incluida en la misión y cuatro aviones de transporte militares chinos despegaron de Xinjiang y aparecieron en los cielos mediterráneos en una acción sin precedentes. Además, al no solo evacuar a sus propios ciudadanos, sino al ayudar a rescatar a cientos de europeos, bangladesíes y vietnamitas, China probablemente demostró su disposición a soportar la carga de una potencia mundial.

Sin embargo, sigue existiendo la gran pregunta: ¿es un caso aislado o ha llegado el momento definidor de China como colaborador de EE.UU. en asegurar el «patrimonio común global»? Lo sabremos cuando EE.UU. presione al Consejo de Seguridad de la ONU para que se establezca una zona aérea restringida sobre Libia.

El hecho de que EE.UU. y sus socios están discutiendo la opción de la zona de «no-vuelo» fuera de la ONU si fuera necesario hace parecer que Obama no está lo bastante seguro de hasta dónde está dispuesta China a ceder en sus límites.

Se está conformando un precedente de inmenso significado para la seguridad internacional, y China tiene muchos motivos para la introspección. Como Launcelot Gobbo planteó a su padre ciego: «¿Me parezco a un garrote, a una viga, a un bastón o a un poste? ¿Me reconocéis, padre?».


El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanza, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.
Acceso a versión original
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/ Middle_East/MC08Ak02.html
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