miércoles, 14 de abril de 2010

Tailandia: La lucha de los "camisas rojas" por una democracia real


El conflicto en Tailandia no es un juego de simples filiaciones políticas: es una lucha de clases creciente entre los pobres y las viejas élites del país

Quienes hayan visto la violencia de esta semana en las calles de Bangkok, seguramente pensarán que el caos actual es sólo cosa de camisas de colores diferentes y de partidarios de diferentes partidos políticos, apenas distinguibles entre sí. No es el caso.

Lo que llevamos viendo en Tailandia desde finales de 2005 es una lucha de clases creciente entre los pobres y las viejas élites. Desde luego no es una lucha de clases en sentido estricto. Como en el pasado hubo un vacío en la izquierda, los políticos millonarios y populistas como Thaksin Shinawatra han logrado liderar a los pobres.

Los pobres, urbanos y rurales, que forman la mayoría del electorado, son los «camisas rojas». Exigen su derecho a tener un gobierno elegido democráticamente. Comenzaron como partidarios pasivos del gobierno de Thaksin, el Thai Rak Thai, pero luego formaron un nuevo movimiento ciudadano llamado Democracia Real.

Para ellos, la democracia real significa el final de la dictadura de la junta militar y palaciega, aceptada desde hace tiempo calladamente y que ha permitido a los generales, los consejeros áulicos del consejo privado y las élites conservadoras actuar al margen de la Constitución. Desde 2006, estas élites han atentado descaradamente contra los resultados electorales gracias a un golpe militar, el uso de los tribunales para disolver el partido de Thaksin en dos ocasiones y el respaldo a la violencia callejera de los «camisas amarillas» monárquicos.

El partido Demócrata actual está en el gobierno gracias al ejército. Muchos miembros del movimiento de los camisas rojas apoyan a Thaksin, y por buenas razones: su gobierno despuntó por varias políticas modernas en beneficio de los pobres, como la creación del primer sistema sanitario universal de Tailandia.

No obstante, los «camisas rojas» no son simples títeres de Thaksin; están organizados en grupos comunitarios y muchos de ellos muestran su frustración por la falta de liderazgo progresista de Thaksin, en particular por su insistencia en la «lealtad» a la corona.

El movimiento republicano está creciendo. Muchos izquierdistas tailandeses, como es mi caso, no apoyan a Thaksin. Denunciamos sus violaciones de los derechos humanos, pero estamos con el movimiento ciudadano por la democracia real.

Los «camisas amarillas» son conservadores monárquicos, algunos con tendencias fascistas. Sus guardias llevan y usan armas de fuego. Apoyaron el golpe de Estado de 2006, destrozaron el palacio del gobierno y bloquearon los aeropuertos internacionales el año pasado. Estaban respaldados por el ejército. Por eso los soldados nunca disparan contra ellos. Por eso el primer ministro tailandés actual educado en Oxford nunca ha hecho nada por castigarlos. A fin de cuentas, nombró a algunos de ellos ministros de Estado.

Los «camisas amarillas» pretenden menoscabar el derecho de voto del electorado para proteger a las élites conservadoras y los «viejos y malos usos» para gobernar Tailandia. Proponen un «nuevo orden» dictatorial, que permita al pueblo votar, pero no que parlamentarios y cargos públicos se presenten en su mayoría a las elecciones. Reciben el apoyo de los medios de comunicación tailandeses convencionales, de la mayor parte de los profesores de clase media e incluso de dirigentes de oenegés.

Para comprender y juzgar los violentos sucesos que sacuden Tailandia, es preciso tener un conocimiento y una perspectiva de la historia del país. La perspectiva es necesaria para poder distinguir entre atentar contra la propiedad y herir o matar a la gente.

El conocimiento histórico ayuda a explicar por qué los ciudadanos conocidos como «camisas rojas» expresan ahora su furia. Han tenido que soportar el azote militar, la privación reiterada de sus derechos democráticos, continuos actos de violencia e insultos por parte de los medios de comunicación convencionales y de la comunidad académica.

Es mucho lo que está en juego. Todo compromiso está expuesto a la inestabilidad. Las viejas élites quizá piensen negociar con Thaksin para impedir que los camisas rojas se vuelvan completamente republicanos. Pero, pase lo que pase, la sociedad tailandesa no puede volver a los tiempos pasados. Los «camisas rojas» representan a millones de tailandeses hastiados de las intervenciones militares y monárquicas en la vida política. Como mínimo desearán una monarquía constitucional no política.



Por: Giles Ji Ungpakor (es profesor y escritor tailandés que viajó en febrero al Reino Unido tras ser acusado de lesa majestad en virtud del código penal, que prohíbe este tipo de críticas)

Terremoto de 7,1 grados sacude provincia noroccidental china de Qinghai







YUSHU, Qinghai, 14 abr (Xinhua) -- Unas 400 personas han muerto y otras 8.000 han resultado heridas en un terremoto de 7,1 grados en la escala de Richter registrado en la mañana de hoy miércoles en la provincia noroccidental china de Qinghai, informó Huang Liming, subsecretario general del gobierno de la prefectura autónoma tibetana de Yushu.
Además, otras muchas personas permanecen sepultadas bajo los escombros de las viviendas derrumbadas cerca del epicentro, agregó Huang.
Alrededor de 700 soldados están trabajando para retirar los escombros y rescatar a los atrapados, informó un portavoz de la Oficina Provincial de Emergencias de Qinghai.

El gobierno provincial de Qinghai informó en una rueda de prensa de que se ha enviado a la zona afectada un contingente de 5.000 soldados y trabajadores médicos.

"Nuestro primer objetivo es salvar a los estudiantes. Las escuelas son lugares en los que siempre se concentra mucha gente", explicó Kang Zifu, uno de los oficiales militares que está participando en la operación de rescate.

La Administración de Sismología de China ha enviado un equipo de rescate de 60 miembros y 30 trabajadores sanitarios a la zona del seísmo.
Además, la compañía China Eastern Airlines ha destinado dos aviones Airbus al traslado de los equipos de rescate y el transporte del material de ayuda humanitaria.
El Departamento Provincial de Asuntos Civiles ha asignado 5.000 tiendas de campaña a la región, mientras que el Ministerio de Asuntos Civiles enviará otras 5.000 carpas, 50.000 prendas de abrigo de algodón y 1.000 edredones.

La Sociedad de la Cruz Roja de China ha enviado un equipo de ayuda a Yushu y ha asignado 100.000 yuanes (14.706 dólares), 500 tiendas de campaña, 1.000 prendas de algodón y 1.000 edredones a los afectados por el terremoto.

Más del 85 por ciento de las viviendas del poblado de Jiegu, cercano al epicentro, se han venido abajo, informó Zhuohuaxia, un funcionario encargado de publicidad en Yushu.

"Las calles de Jiegu, dominadas por el pánico, están llenas de heridos, muchos de ellos con sangre en la cabeza", añadió.

"Muchos estudiantes han quedado atrapados bajo los escombros al derrumbarse un edificio de una escuela profesional", indicó el funcionario, quien añadió que el temblor ha hecho aparecer una grieta en la pared del Hotel Yushu y ha hecho que se viniera abajo parte de un edificio de oficinas del gobierno.

"Hay heridos por todas partes. El problema más grave es que nos faltan tiendas de campaña, equipos médicos, medicinas y trabajadores sanitarios", explicó.
El terremoto se registró en el distrito de Yushu a las 7:49 de la mañana con una profundidad de unos 33 kilómetros.

El epicentro se localizó a 33,1 grados de latitud norte y 96,7 grados de longitud este, según el Centro de la Red Sismológica de China.

Este punto se encuentra en la aldea Rima del poblado de Shanglaxiu, a unos 50 kilómetros al oeste de Jiegu, sede del gobierno de la prefectura, y a unos 800 kilómetros de la capital provincial de Xining.

"El epicentro está en una zona de pastoreo escasamente poblada. Creo que en esta zona no habrá tantas víctimas como en Jiegu", indicó Zhuohuaxia.

Jiegu tiene unos 100.000 habitantes, cifra que incluye tanto a los residentes habituales como a la población migrante.

El terremoto ha provocado un corte temporal de telecomunicaciones y ha dañado las carreteras que llegan al aeropuerto de Batang en Yushu.

El epicentro del seísmo dista 200 kilómetros de la zona por la que pasa la vía férrea Qinghai-Tibet. "La vía no pasa por Yushu, por lo que es poco probable que se haya visto afectada por el terremoto", indicó Lin Zhigang, de la Compañía Ferroviaria Qinghai-Tibet.
El seísmo se pudo sentir con fuerza en la prefectura vecina de Qamdo y en otras regiones del Tíbet.

Wu Yong, comandante del Comando del Área Militar de Yushu del Ejército Popular de Liberación (EPL), indicó que las frecuentes réplicas y los fuertes vientos están dificultando las labores de rescate.

Hasta el momento se han registrado al menos 18 réplicas. La mayor de ellas, de 6,3 grados, tuvo lugar una hora y 36 minutos después del terremoto.

"Es probable que se registren réplicas de más de 6 grados en los próximos días", advirtió Liu Jie, del Centro de la Red Sismológica de China.

Según el centro, el distrito de Yushu registró un primer terremoto de 4,7 grados con una profundidad de unos 6 kilómetros a las 5:39 de la mañana.

La prefectura de Yushu, con una altitud media de 4.000 metros y una superficie de 267.000 kilómetros cuadrados, tiene una población de más de 252.700 habitantes, el 97 por ciento de ellos tibetanos.