Por Humberto Campodónico
Después del paquete de medidas por un billón de dólares anunciado el lunes pasado, hubo euforia generalizada en las bolsas de valores de todo el mundo, llegando algunas a subir 14% ese mismo día. El monto de la ayuda sobrepasó, de lejos, lo que se pronosticaba pues no solo se ayuda a Grecia, sino a todos los países con problemas, lo que incluye la compra de sus “chatarreados” papeles de deuda por el Banco Central Europeo, lo que era denunciado como pecado mortal algunas horas antes.
Pero solo dos días después, el pesimismo ha vuelto con fuerza y las Bolsas de Valores de EEUU y Europa ya perdieron lo ganado en todo el 2010, mientras el euro está en caída libre (1.23 por dólar ayer viernes). Los precios de las materias primas también sienten la pegada: el petróleo cae de US$ 85 a 71 por barril; el cobre de US$ 3.60 a 3.09 por libra; el zinc de US$ 1.10 a 0.90 la libra. Y así.
Ahora bien, es un error de proporciones tratar de explicar esta crisis económica solo mediante la descripción de lo que viene sucediendo. Esto parecieron entenderlo algunos gobernantes cuando, en setiembre del 2008, dijeron que la causa del problema era la desregulación del sistema financiero pues quienes tomaron el comando fueron los especuladores y algunos delincuentes (Madoff). El propio Alan Greenspan, ex presidente del Fed y gran creyente en la libertad del mercado, “que el sistema no pudo autorregularse, ni siquiera para proteger sus propios intereses”.
Pero hay quienes afirman que hubo razones deliberadas y muy conscientes para que no haya regulación: si la hubiera habido, entonces hace tiempo que el sistema económico hubiera tenido serios problemas de crecimiento ya que todos los indicadores del sector real apuntaban seriamente hacia abajo: inversión, ganancias, productividad y empleo.
Así, las bajas tasas de interés provocaron las burbujas inmobiliarias y la enorme deuda (de los individuos y las empresas). Y fueron estos ingresos los que movieron las ruedas de la economía. En verdad, como lo dijo bien André Gunder Frank, la “economía casino” era la condición sine qua non del crecimiento económico de los principales países industrializados (aunque no de China, India, Brasil y otros).
El tema de fondo es que la teoría económica ortodoxa (el “mainstream”) no puede explicar lo que ha sucedido. Si no, veamos lo que dice Larry Summers, ex secretario del Tesoro y actual jefe del equipo económico de Obama: “La noción de que la economía de mercado se autoestabiliza es correcta normalmente, pero se equivoca algunas veces por siglo. Y ésta ha sido una de esas veces”.
Según Robert Brenner, de la Universidad de California, la visión de Summers implica no reconocer la causa de la crisis, motivo por el cual se insiste en “el rescate y la revitalización de los mismos métodos financieros y megabancos que estaban implicados en el colapso, más una dosis cosmética de regulación. Eso sería lo que se requiere para salir de la crisis y retomar el dinamismo económico. (…) Sin embargo, esa receta no retornará la salud a la economía, porque el análisis que realiza está equivocado” (La larga caída, New American Foundation, 15/4/2010).
En opinión de Brenner, la “larga caída” encuentra su razón fundamental “en el declive prolongado de la tasa de ganancia promedio del sector privado en su conjunto”, lo que se refleja en la caída de largo plazo del PBI mundial. A continuación, explica lo que, según su parecer, son las causas de ese declive, lo que no es posible abordar en este artículo. Pero la lección fundamental es que, para “leer correctamente” las causas de la crisis debemos apartarnos del dogma que afirma que la libertad del mercado lleva a la “autoestabilización” del sistema, como plantea Summers.
Mientras eso no suceda, es probable que el reciente “salvataje europeo” no sea más que una etapa de una crisis que todavía tiene para rato.
Después del paquete de medidas por un billón de dólares anunciado el lunes pasado, hubo euforia generalizada en las bolsas de valores de todo el mundo, llegando algunas a subir 14% ese mismo día. El monto de la ayuda sobrepasó, de lejos, lo que se pronosticaba pues no solo se ayuda a Grecia, sino a todos los países con problemas, lo que incluye la compra de sus “chatarreados” papeles de deuda por el Banco Central Europeo, lo que era denunciado como pecado mortal algunas horas antes.
Pero solo dos días después, el pesimismo ha vuelto con fuerza y las Bolsas de Valores de EEUU y Europa ya perdieron lo ganado en todo el 2010, mientras el euro está en caída libre (1.23 por dólar ayer viernes). Los precios de las materias primas también sienten la pegada: el petróleo cae de US$ 85 a 71 por barril; el cobre de US$ 3.60 a 3.09 por libra; el zinc de US$ 1.10 a 0.90 la libra. Y así.
Ahora bien, es un error de proporciones tratar de explicar esta crisis económica solo mediante la descripción de lo que viene sucediendo. Esto parecieron entenderlo algunos gobernantes cuando, en setiembre del 2008, dijeron que la causa del problema era la desregulación del sistema financiero pues quienes tomaron el comando fueron los especuladores y algunos delincuentes (Madoff). El propio Alan Greenspan, ex presidente del Fed y gran creyente en la libertad del mercado, “que el sistema no pudo autorregularse, ni siquiera para proteger sus propios intereses”.
Pero hay quienes afirman que hubo razones deliberadas y muy conscientes para que no haya regulación: si la hubiera habido, entonces hace tiempo que el sistema económico hubiera tenido serios problemas de crecimiento ya que todos los indicadores del sector real apuntaban seriamente hacia abajo: inversión, ganancias, productividad y empleo.
Así, las bajas tasas de interés provocaron las burbujas inmobiliarias y la enorme deuda (de los individuos y las empresas). Y fueron estos ingresos los que movieron las ruedas de la economía. En verdad, como lo dijo bien André Gunder Frank, la “economía casino” era la condición sine qua non del crecimiento económico de los principales países industrializados (aunque no de China, India, Brasil y otros).
El tema de fondo es que la teoría económica ortodoxa (el “mainstream”) no puede explicar lo que ha sucedido. Si no, veamos lo que dice Larry Summers, ex secretario del Tesoro y actual jefe del equipo económico de Obama: “La noción de que la economía de mercado se autoestabiliza es correcta normalmente, pero se equivoca algunas veces por siglo. Y ésta ha sido una de esas veces”.
Según Robert Brenner, de la Universidad de California, la visión de Summers implica no reconocer la causa de la crisis, motivo por el cual se insiste en “el rescate y la revitalización de los mismos métodos financieros y megabancos que estaban implicados en el colapso, más una dosis cosmética de regulación. Eso sería lo que se requiere para salir de la crisis y retomar el dinamismo económico. (…) Sin embargo, esa receta no retornará la salud a la economía, porque el análisis que realiza está equivocado” (La larga caída, New American Foundation, 15/4/2010).
En opinión de Brenner, la “larga caída” encuentra su razón fundamental “en el declive prolongado de la tasa de ganancia promedio del sector privado en su conjunto”, lo que se refleja en la caída de largo plazo del PBI mundial. A continuación, explica lo que, según su parecer, son las causas de ese declive, lo que no es posible abordar en este artículo. Pero la lección fundamental es que, para “leer correctamente” las causas de la crisis debemos apartarnos del dogma que afirma que la libertad del mercado lleva a la “autoestabilización” del sistema, como plantea Summers.
Mientras eso no suceda, es probable que el reciente “salvataje europeo” no sea más que una etapa de una crisis que todavía tiene para rato.