Por Jesús Moreno Abad
Los líderes opositores al presidente egipcio aseguran que el martes habrá una manifestación histórica. La han llamado “la marcha del millón de personas”. Mientras tanto, Mubarak se enroca. El presidente promete cambios económicos pero prepara a sus cargos militares para que defiendan su permanencia en el poder. EEUU apoya la revuelta, Israel está con Mubarak, según la prensa.
La oposición egipcia ha decidido apretar varias vueltas las tuercas de la maquinaría de protesta que pretende acabar con la presidencia absolutista de Hosni Mubarak convocando una huelga general a partir de este mismo lunes en todo el país. Los líderes opositores se han decidido a tomar las riendas de la revolución popular y, además del paro, han convocado para el martes una gran protesta en El Cairo, cuyo nombre deja claras sus aspiraciones: “La marcha del millón de personas”.
La revuelta contra el presidente Mubarak se ha tornado una partida de ajedrez. Después de siete días de protesta, los egipcios están decididos a poner en jaque a Mubarak, mientras este se ha enrocado deshaciéndose de su Gobierno y tratando de poner a los militares en su favor.
Durante la jornada del domingo, Mubarak trató de ofrecer reformas para mantenerse en el poder. En una intervención televisada ha pedido a su nuevo primer ministro, Ahmad Shafiq, que active reformas para promover la democracia y restablezca la confianza en la economía. El presidente egipcio pretende salir de la situación con su promesa de reducir el desempleo y contener la inflación, verbalizando de esta manera alguna de las amarguras que han llevado a los egipcios a desgastar las calles bajo el peso de sus zapatos para acorralar a un régimen que lleva 30 años en el sillón presidencial.
Mubarak deja claro que no está dispuesto a abandonar el poder fácilmente, ni siquiera bajo el peso de la sangre de los 125 muertos y miles de heridos que han caído en la revuelta entre el fuego de las balas y porras policiales. Durante el domingo el enrocado presidente movió sus piezas más negras para para preparar su resistencia: se reunió con los mandos militares principales del país. Entre ellos su nuevo vicepresidente, el poderoso jefe de inteligencia, Omar Suleimán, el ministro de Defensa, Mohamed Husein Tantawi, y el jefe del Estado Mayor Dami al Anan.
El eco amenazador de esa reunión lo ejemplificaron sobre los egipcios en la simbólica plaza de Tahrir, al sobrevolar los aviones caza sobre sus cabezas. Recordaban a esos miles de manifestantes que a las 16.00 horas comenzaba el toque de queda. Pero los gritos continuaron sobre la plaza de la Libertad de El Cairo: “Mubarak, el avión te espera”, gritaba la muchedumbre, conmemorando el final político del dictador tunecino Ben Alí. No en vano, en la Revolución de los jazmines de Túnez se inspiró este movimiento.
Al Baradei, líder natural de la oposición
Al otro lado de la partida, la oposición trata de canalizar el fervor de la protesta con una respuesta coordinada. Estableciéndose en un Parlamento aparte, creó un comité de 10 personas -conformado por varios líderes de partidos, incluso algunos ilegalizados- para preparar con el Ejército el final del régimen de Mubarak y su salida del país.
Mohamed El Baradei, Premio Nobel de la Paz y ex jefe del Organismo Internacional de Energía Atómica de la ONU, se ha erigido como el hombre que pondrá voz a ese conglomerado opositor. El domingo pidió a Mubarak que abandone el poder inmediatamente para “salvar a Egipto”, según una entrevista con CNN. “Nuestro país se está desmoronando”, aseguró, “se necesita una transición suave hacia un gobierno de unidad nacional, que fije todas las medidas para unas elecciones libres y justas”. Si la revolución de Egipto triunfa, todos los indicios apuntan a que Mubarak será el encargado de liderar ese proceso, ya que hasta los Hermanos Musulmanes, principal partido opositor, le reconocieron ayer como el interlocutor de la oposición con el Gobierno.
EEUU apoya la revuelta, Israel está con Mubarak
La escena internacional contiene la respiración ante el efecto dominó que la revolución de Túnez está teniendo en el mundo árabe. De lo que pase en Egipto, depende gran parte del futuro de este movimiento democrático y, hasta ahora laico, que sacude el espectro dominado por el mundo islamista.
Así, mientras los jefes de Estado de las potencias europeas, Reino Unido, Alemania y Francia, se han limitado a pedirle a Mubarak que evite la violencia en una posición más que prudente –hasta el punto de ser considerada de “vergüenza” por gran parte de la prensa del Viejo Continente-, Estados Unidos ha modificado su estrategia respecto a Egipto y apoya el proceso de cambio.
El Gobierno de Mubarak ha sido utilizado por Estados Unidos como cortafuegos contra el avance del islamismo en la zona. Con sus 80 millones de habitantes, es el país árabe más influyente. Egipto es el eje sobre el que gira toda la zona: por historia, tamaño y su cultura milenaria. Dispone del mayor Ejército de la zona y una Universidad boyante. Por ello, Estados Unidos ha proporcionado numerosa ayuda militar a Mubarak, que recibe alrededor de 1.500 millones de dólares al año de Washington.
Varios cientos de egipcios portaban ayer pancartas pidiendo el apoyo de EEUU: “Los egipcios, no Mubarak, son los aliados”, le decían al presidente estadounidense, Barack Obama. Y Obama ha actuado en consecuencia soltando las últimas amarras con Hosni Mubarak. Estados Unidos ha pedido el inicio en Egipto de "una transición pacífica y ordenada" hacia "una verdadera democracia", en palabras de la secretaria de Estado, Hillary Clinton.
También ha hablado ya Israel, que tras aplaudir la revolución de Túnez, guardo un silencio inmenso respecto a lo que sucedía en Egipto. Ahora, según la prensa israelí, solicita a Obama y a la comunidad internacional que apoye a Mubarak. En un mensaje secreto, ha pedido la estabilidad del régimen egipcio, ha informado el diario israelí Haaretz. "El interés de Occidente y del conjunto de Medio Oriente es mantener la estabilidad del régimen en Egipto", señalaba el mensaje enviado la semana pasada, indicó Haaretz. "Por lo tanto hay que frenar las críticas públicas al presidente Hosni Mubarak".
Mubarak se ha convertido en un aliado de Israel. El tratado de paz firmado en 1979 por ambos países ha sido respetado por el presidente egipcio, una situación que Israel quiere mantener ya que Egipto fue el principal protagonista de las tres guerras que el mundo árabe tuvo con el Estado hebreo, especialmente en la Guerra de los Seis días, en 1967.