martes, 11 de enero de 2011

Otra visión de por qué Alan no quizo que este sea el año de Arguedas


Interesante post que encontré en este blog y que copio a continuación, donde se ensaya otra visión sobre las razones que llevaron a Alan García a negarse que este sea el año del centenario del escritor José María Arguedas… la novela “El Sexto” lo explica todo. (Lamula.pe)

Tomado del blog de Ricardo Raez

Dicen que la personalidad de José María Arguedas era el producto de su niñez en la sierra marcada por capítulos de enorme tristeza y esporádicas alegrías: el maltrato de su madrastra y hermanastro, su convivencia con campesinos indios, y los cientos de viajes que realizó con su padre, donde sufrió en carne propia el rechazo a lo andino. Esas experiencias forjaron en él una percepción especial de lo cruel que puede ser el hombre. Por ello, sus novelas describen con maestría las eternas injusticias del Perú e identifican con claridad a los que pelean sin escrúpulos por el poder.

Entre los grupos que pasaron por el escrutinio de Arguedas está el Apra. En la terrible El Sexto – una novela que recrea la vida en esa cárcel a fines de los 30- deja que Pedro, uno de los dirigentes comunistas que están encerrados con Gabriel, el personaje principal, explique a lo que se dedica el partido de la estrella:

El oportunismo al menudeo y en lo grande es la línea fiel del apra. Y por tanto maniobrar, se embarullan, se extravían, se embrollan ellos mismos. La doctrina no es ni quiere el “jefe” que sea clara. Tampoco la puede plantear claramente. No es por entero fascista; declara ser marxista y está contra el comunismo, es anti-imperalista y ataca a la URSS para neutralizar o ganarse el apoyo de los Estados Unidos. El “jefe” se proclama antifeudal, pero se rodea de señores que son grandes del norte; ellos lo esconden en sus casas, lo protegen, hasta lo mantienen; y es ídolo de los obreros de esos mismos señores feudales. Engaña a unos y a otros; recibe el halago de los poderosos, por lo bajo, en las alcobas, y mantiene enlace con los proletarios de los ingenios, aparece ante ellos como el revolucionario incorruptible y sacrificado. Pero ¿qué les ofrece? Adjetivos, adjetivos.

En la actualidad, solo sería cuestión de cambiar fascista por socialdemócrata o señores del norte por mineros, para entender que el oportunismo sigue tan vigente como hace 70 años. El “jefe”, así como ahora lo es Alan García, lo era en ese tiempo Víctor Raúl Haya de la Torre. Estoy seguro que a Meche Aráoz no le hicieron leer El Sexto en la Universidad del Pacífico.

Arguedas quiso suicidarse desde siempre, pero recién se atrevió cuando ya había vomitado las tétricas visiones que lo siguieron durante toda la vida. Y arrojó todo con una sensibilidad que conmueve y genera profundas reflexiones. Ahora que Mario Vargas Llosa es su pata, Alan no tenía a nada que temerle para acabar su mandato de la mano de los intelectuales, que hasta Ministerio de Cultura tienen. Su última gran incomodidad era el escritor suicida y se lo sacó de encima cuando prefirió que 2011 sea el aniversario 100, pero de Machu Picchu.

Sin embargo José María merece que este sea su año. La única forma de que mantengamos su brillante espíritu con nosotros es que todos leamos sus obras y las entendamos de una buena vez.

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