Hace 5 meses, en julio pasado, el gobierno promulgó el DS-030-2010-EM, autorizando a Perupetro a renegociar las regalías de exportación del gas del Lote 56, para que éstas no sean inferiores a las que se pagan por el gas que se consume internamente. Hace 4 meses, en agosto pasado, el gobierno promulgó el DS-053-2010-EM, autorizando a Perupetro a renegociar con el consorcio Camisea el contrato del Lote 88, para que no se exporten esas reservas y se destinen exclusivamente al mercado interno.
Se conoce que ha habido una que otra reunión, pero hasta ahora “no ha parido Paula”. Dicen los funcionarios de Perupetro que “ya falta poco”, pero nada. Quizá por eso, ayer Daniel Saba, presidente de Perupetro, dijo: “creo que las negociaciones no pueden durar tanto tiempo”. Qué diferencia con la renegociación del 2006, que estuvo lista en un 2 x 3, ya que solo duró 45 días.
Pero, claro, esa renegociación era a favor de los intereses del consorcio exportador Peru-LNG. Allí se concretó, en efecto, el cambio de las cláusulas contractuales que permitieron que se exportara el gas de Lote 88 que, originalmente, estaba destinado para abastecer exclusivamente al mercado interno.
Lo que es verdaderamente indignante es que el consorcio Peru-LNG está exportando el gas y, por eso mismo, no se cubre la demanda interna. En otras palabras, los industriales peruanos no tienen acceso al gas que necesitan, lo que quedó demostrado en la última subasta de gas donde no se cubrió la demanda de, al menos, 150 millones de pies cúbicos diarios.
El gobierno y el consorcio exportador dicen que eso no es verdad y que existen más de 15 billones de pies cúbicos (bpc)de reservas. Pero la cuestión es que las únicas reservas probadas que hay ascienden a 8 bpc, de las cuales la mitad (del Lote 88) no se puede comercializar porque son “la garantía” que necesita el contrato de exportación. Esa es la verdad monda y lironda. Pero todos los días nos bombardean en los medios de comunicación inflando “burbujas” de ingentes reservas para ocultar la realidad.
El fondo del asunto es que las empresas privadas deciden el destino de las reservas pues son los “dueños de la molécula”. Dice Repsol que esta política puede continuar porque “una modificación de los contratos del Lote 88 para garantizar que sus reservas sean solo para el mercado interno y que las regalías de exportación sean iguales a las del mercado interno solo es posible por acuerdo mutuo” (Gestión, 2/12/10). O sea, nosotros mandamos.
Lo que se reafirma con las declaraciones de funcionarios de Peru LNG que nos dicen que piensan ampliar aún más la capacidad de exportación para llegar a los mercados asiáticos. Está claro: están en su chacra y dicen a los 4 vientos que no les van a hacer caso a los decretos supremos. Queda claro que las ”negociaciones” no tienen fecha ni calendario.
¿Y qué dice el gobierno? ¿Se puede llamar a este proceso una “renegociación”? Para nada. Por eso, sería bueno que los gobiernos regionales, sobre todo del sur andino, tomen cartas en el asunto . ¿Dónde está el Plan Energético de Mediano y Largo Plazo –que debe tener todo país que se respete– para garantizar nuestro consumo interno para los próximos 30 a 40 años? ¿Cómo nos vamos a embarcar en un modelo competitivo (Porter) si no hay gas para la diversificación de la base productiva? Hasta ahora no se sabe cuándo van a comenzar las petroquímicas ni, tampoco, si el gas del Lote 88 (el “regalo de Dios) se destinará al gasoducto sur andino.
Resumiendo: el gobierno y el consorcio Camisea nos están meciendo y su estrategia es darle largas al asunto para que la gente se olvide. O en todo caso para que el problema lo resuelva el próximo gobierno. ¿Qué les parece?
Se conoce que ha habido una que otra reunión, pero hasta ahora “no ha parido Paula”. Dicen los funcionarios de Perupetro que “ya falta poco”, pero nada. Quizá por eso, ayer Daniel Saba, presidente de Perupetro, dijo: “creo que las negociaciones no pueden durar tanto tiempo”. Qué diferencia con la renegociación del 2006, que estuvo lista en un 2 x 3, ya que solo duró 45 días.
Pero, claro, esa renegociación era a favor de los intereses del consorcio exportador Peru-LNG. Allí se concretó, en efecto, el cambio de las cláusulas contractuales que permitieron que se exportara el gas de Lote 88 que, originalmente, estaba destinado para abastecer exclusivamente al mercado interno.
Lo que es verdaderamente indignante es que el consorcio Peru-LNG está exportando el gas y, por eso mismo, no se cubre la demanda interna. En otras palabras, los industriales peruanos no tienen acceso al gas que necesitan, lo que quedó demostrado en la última subasta de gas donde no se cubrió la demanda de, al menos, 150 millones de pies cúbicos diarios.
El gobierno y el consorcio exportador dicen que eso no es verdad y que existen más de 15 billones de pies cúbicos (bpc)de reservas. Pero la cuestión es que las únicas reservas probadas que hay ascienden a 8 bpc, de las cuales la mitad (del Lote 88) no se puede comercializar porque son “la garantía” que necesita el contrato de exportación. Esa es la verdad monda y lironda. Pero todos los días nos bombardean en los medios de comunicación inflando “burbujas” de ingentes reservas para ocultar la realidad.
El fondo del asunto es que las empresas privadas deciden el destino de las reservas pues son los “dueños de la molécula”. Dice Repsol que esta política puede continuar porque “una modificación de los contratos del Lote 88 para garantizar que sus reservas sean solo para el mercado interno y que las regalías de exportación sean iguales a las del mercado interno solo es posible por acuerdo mutuo” (Gestión, 2/12/10). O sea, nosotros mandamos.
Lo que se reafirma con las declaraciones de funcionarios de Peru LNG que nos dicen que piensan ampliar aún más la capacidad de exportación para llegar a los mercados asiáticos. Está claro: están en su chacra y dicen a los 4 vientos que no les van a hacer caso a los decretos supremos. Queda claro que las ”negociaciones” no tienen fecha ni calendario.
¿Y qué dice el gobierno? ¿Se puede llamar a este proceso una “renegociación”? Para nada. Por eso, sería bueno que los gobiernos regionales, sobre todo del sur andino, tomen cartas en el asunto . ¿Dónde está el Plan Energético de Mediano y Largo Plazo –que debe tener todo país que se respete– para garantizar nuestro consumo interno para los próximos 30 a 40 años? ¿Cómo nos vamos a embarcar en un modelo competitivo (Porter) si no hay gas para la diversificación de la base productiva? Hasta ahora no se sabe cuándo van a comenzar las petroquímicas ni, tampoco, si el gas del Lote 88 (el “regalo de Dios) se destinará al gasoducto sur andino.
Resumiendo: el gobierno y el consorcio Camisea nos están meciendo y su estrategia es darle largas al asunto para que la gente se olvide. O en todo caso para que el problema lo resuelva el próximo gobierno. ¿Qué les parece?
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