El presente artículo de Aldo Mariátegui, puede hacernos razonar respecto a como debemos tratar a Emapacsa, y las preguntas que saltan son ¿la privatizamos o no?, ¿en estas circunstancias es posible reflotar a Emapa?, en este Estado, donde más prevalece el interés personal que el interés colectivo de satisfacción a todos del líquido elemento ¿se puede resolver los problemas de Emapa?; preguntas que necesariamente implican reflexión en un contexto de cambio climático y cada vez más deshielamiento de nuestras cordilleras.
Por: Aldo Mariátegui
No puede menos de inquietarme ver cómo toda esta agua que viene con las recientes crecidas del Rímac y el Chillón se pierden en el mar. No entiendo cómo la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto, tras El Cairo, se permite desperdiciar algo tan escaso y porque a nadie nunca se le ha ocurrido hacer un reservorio. Ni una sola gota del Rímac, Chillón y Lurín (los españoles no fueron tontos cuando escogieron a Lima como capital, como algunos alegremente sueltan. Es el único valle costeño con tres ríos, tiene un buen puerto cubierto por esa corta península que es La Punta, una isla para refugiarse de los ataques indios�) debería ir a parar al océano. Durante una visita a Lima, el político israelí Simón Peres comentó que lo que más le había llamado la atención era el pésimo manejo del agua en nuestro país, sobre todo en las ciudades costeras. Observación muy entendible proviniendo de alguien cuyo país cuida tanto este recurso.
Un paso para racionalizar y extender su uso en Lima hubiera sido privatizar ese eterno desastre llamado Sedapal (sólo lo supera Petroperú), pero el tonto de Fujimori paralizó este proceso (¡qué malo fue su segundo gobierno! Tuvo amplia mayoría parlamentaria, capital político y consenso nacional para terminar de modernizar al país y el muy necio desaprovechó esa tremenda ventana de oportunidad que tuvo de 1995 a 1997). Y no vengan los rojos y caviares a hacer chilla, que el suministro de agua potable en la capital cubana es privado desde el año 2000, a cargo del consorcio español Aguas de la Habana (cuya matriz es Agbar. Ver www.hidro.cu ¡Hasta Fidel Castro ha recurrido a este remedio! Urge ya explorar ésta y otras medidas para una ciudad que se encamina a los 10 millones de habitantes. El trasvase del río Mantaro hacia la cuenca limeña, previa descontaminación, se tendrá que hacer antes de 10 años. También habría que explorar la desalinización o el atrapar la abundante agua que flota en la atmósfera limeña (¿Nunca se han asombrado de encontrar tanta agua capturada al abrir un aparato deshumedecedor por las mañanas?). De otro lado, es evidente que el agua de la planta de Taboada va a tener que ser potabilizada alguna vez en lugar de devolverla al mar.
Y el problema no sólo se queda en la desértica Costa, pues la mayoría de conflictos mineros en la Sierra se dan por el temor de los campesinos a que les quiten o contaminen las aguas. Ya deberíamos comenzar a estudiar las consecuencias del cambio climático en Lima. En fin, el agua es un tema urgente para campaña, pero seguramente se preferirá tratar otros asuntos menores y escandalosos.
Un paso para racionalizar y extender su uso en Lima hubiera sido privatizar ese eterno desastre llamado Sedapal (sólo lo supera Petroperú), pero el tonto de Fujimori paralizó este proceso (¡qué malo fue su segundo gobierno! Tuvo amplia mayoría parlamentaria, capital político y consenso nacional para terminar de modernizar al país y el muy necio desaprovechó esa tremenda ventana de oportunidad que tuvo de 1995 a 1997). Y no vengan los rojos y caviares a hacer chilla, que el suministro de agua potable en la capital cubana es privado desde el año 2000, a cargo del consorcio español Aguas de la Habana (cuya matriz es Agbar. Ver www.hidro.cu ¡Hasta Fidel Castro ha recurrido a este remedio! Urge ya explorar ésta y otras medidas para una ciudad que se encamina a los 10 millones de habitantes. El trasvase del río Mantaro hacia la cuenca limeña, previa descontaminación, se tendrá que hacer antes de 10 años. También habría que explorar la desalinización o el atrapar la abundante agua que flota en la atmósfera limeña (¿Nunca se han asombrado de encontrar tanta agua capturada al abrir un aparato deshumedecedor por las mañanas?). De otro lado, es evidente que el agua de la planta de Taboada va a tener que ser potabilizada alguna vez en lugar de devolverla al mar.
Y el problema no sólo se queda en la desértica Costa, pues la mayoría de conflictos mineros en la Sierra se dan por el temor de los campesinos a que les quiten o contaminen las aguas. Ya deberíamos comenzar a estudiar las consecuencias del cambio climático en Lima. En fin, el agua es un tema urgente para campaña, pero seguramente se preferirá tratar otros asuntos menores y escandalosos.
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