Por: LUIS VARGAS, Director de Ayuda en Acción en Perú
Hace unos días Bill Gates, el multimillonario fundador de Microsoft, que destina alrededor de 33.000 millones de dólares de su patrimonio para apoyar a los más pobres, cuestionó la ayuda que España brinda a los países latinoamericanos, en particular a Perú, que registra una renta de nivel medio. Para Gates, la ayuda no se debe orientar por criterios de amistad, sino por un criterio de eficacia. Desde su punto de vista, cada dólar que se invierte en África tiene un impacto humanitario muy superior al que podría tener en América Latina. ¿Qué opinan de esto los españoles? El 32% coincide con Gates; mientras que el 16% cree que los países latinoamericanos deben recibir la mayor parte de la ayuda española, según una encuesta de UNICEF y la Fundación Bill y Melinda Gates.
El dueño de Microsoft argumenta que países como Perú, que cuentan con una renta per cápita de 10.000 dólares, no necesitan la ayuda española. Esta cifra es incorrecta, en realidad se refiere al PIB per cápita ajustado a la capacidad de compra de los individuos (lo que se conoce como Paridad de Poder Adquisitivo). La renta per cápita real es de 5.401 dólares y, de este total, un porcentaje importante, alrededor del 61% no pasa por los hogares de los peruanos y se acumula en pocas manos. Por eso no debería extrañar que esta cifra encubra las enormes desigualdades que existen en el país.
.Paradójicamente, el mismo día que las declaraciones de Gates se repetían en casi todos los medios del mundo, se presentaba en Perú el estudio del Infobarómetro de la Primera Infancia con las cifras de la desnutrición crónica infantil: entre 450.000 y 576.000 niñas y niños menores de 5 años la padecen en el país. Y otros 963.627 menores de entre 6 y 36 meses sufren de anemia. Organizaciones como Save The Children colocan a Perú al mismo nivel que África en desnutrición infantil. El 47,5% de la población del país, cerca de 14 millones de personas, es vulnerable a la inseguridad alimentaria, según el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social.
Los altos niveles de desigualdad persisten en Perú a pesar de su vertiginoso crecimiento económico. Precisamente el último informe de Desarrollo Humano (IDH) 2011 del PNUD, que sitúa al país en el puesto 80 de 187 países, señala que si bien Perú es considerado un país de desarrollo humano alto, las carencias observadas principalmente en educación e ingresos muestran un comportamiento de país de desarrollo medio o bajo. Por debajo incluso de Nicaragua (puesto 129) o Guatemala (puesto 131).
Todo ello, sin entrar en detalle de las brechas de acceso a servicios básicos en las zonas rurales, donde el 59,1% de la población no tiene acceso a agua potable, el 56% no cuenta con servicios de saneamiento y el 40,4% no tiene electricidad.
Por esta razón nosotros trabajamos desde hace 24 años en Perú, promoviendo la seguridad alimentaria y el desarrollo territorial en las zonas rurales. El imperativo humanitario debe ir de la mano de la atención a las necesidades de desarrollo de los pueblos; de lo contrario, se distorsiona el propósito de la ayuda y deviene en caridad y asistencialismo. Esa es una lección bien aprendida para quienes hacemos desarrollo. La pobreza es un problema global. Existen pobres en África, pero también en América Latina y en otras regiones del mundo. Y, por supuesto, también hay 9 millones de pobres en Perú. Los pobres, en tanto personas con derechos, no se reducen a ser objeto de ayuda, sino que son sujetos de desarrollo. Si lo que se quiere es ser más eficaz, entonces focalicemos mejor la ayuda al desarrollo y ataquemos las causas de la pobreza, promoviendo cambios estructurales a nivel mundial que contribuyan a erradicarla del planeta y hagan innecesaria la caridad y el asistencialismo. ¿Se comprometerá Bill Gates a promover estos cambios?
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