Andrés Oppenheimer
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Andrés Oppenheimer el Nuevo Herald
Una nueva definición de los malos gobiernos se está propagando rápidamente a través de internet: ineptocracia (i-nep-to-cra-cia): un sistema en que los menos capaces de gobernar son elegidos por los menos capaces de triunfar, y donde los menos capaces de triunfar son abundantemente recompensados con bienes y servicios por elegir a los menos capaces de gobernar.
Tengo que admitir que la primera vez que leí esta definición en un e-mail de un amigo banquero latinoamericano, me sonó un poco demasiado volcada a la derecha. Creo que los gobiernos tienen que ocupar un rol importante en ayudar a los más necesitados a conseguir las herramientas —educación, salud y nutrición— para salir de la pobreza.
Pero el hecho de que el término esté ganando terreno como nueva adición al léxico político latinoamericano es interesante en sí mismo. He escuchado muchas otras definiciones críticas de los malos gobiernos en la región —autocracias, democracias híbridas, e incluso cleptocracias—, pero ésta parece aplicable a toda clase de sistemas políticos de la región que no pueden mantener la seguridad, ofrecer educación y servicios de salud decentes, o suministrar eficientemente otros servicios públicos básicos.
Una encuesta reciente realizada por Latinobarómetro en 18 países latinoamericanos reveló que menos del 40 por ciento de los latinoamericanos están satisfechos con los servicios que les dan sus respectivos gobiernos. Comparativamente, la cifra en Europa es de casi el 80 por ciento, según la directora de Latinoabarómetro, Marta Lagos.
Las encuestas muestran que los latinoamericanos están principalmente frustrados por la incapacidad de sus gobiernos de garantizar la seguridad ciudadana. El cincuenta y cinco por ciento de los latinoamericanos —incluyendo el 71 por ciento de los guatemaltecos, el 67 por ciento de los venezolanos, el 61 por ciento de los mexicanos y el 60 por ciento de los argentinos—creen que vivir en sus respectivos países se está volviendo “más inseguro cada día”, según la encuesta de Latinobarómetro.
Muchos economistas dicen que uno de los motivos más importantes por el que algunos gobiernos latinoamericanos no pueden proporcionar buenos servicios es “un círculo vicioso negativo” que tiene que ver con el pago de impuestos: la gente no paga impuestos porque piensa que su gobierno robará o malgastará su dinero, y los gobiernos no pueden ofrecer buenos servicios porque no logran cobrar los impuestos.
Según estimaciones del Banco Mundial, Latinoamérica —con algunas excepciones, como Brasil— tiene uno de los índices más bajos del mundo en materia de cobro de impuestos. En México, el cobro de impuestos no relacionados con el petróleo es de apenas el 14 por ciento del producto bruto nacional, y en Argentina es del 20 por ciento, mientras que en algunos países del norte de Europa es del 48 por ciento.
Pero Heraldo Muñoz, director de la oficina latinoamericana del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que acaba de publicar un libro en el que pide gobiernos más eficientes en Latinoamérica, señala que pese a la poca confianza que le tienen al gobierno, los latinoamericanos quieren que el gobierno desempeñe un rol cada vez mayor en los asuntos públicos.
“El estado está de regreso en la agenda política latinoamericana’’, me dijo Muñoz. “A diferencia de la década de 1990, en que la consigna era ‘estado mínimo, mercado maximo’, ahora hay una demanda de un mercado dinámico pero también de un estado fuerte".
Entonces, ¿qué recomienda para hacer que las “ineptocracias” latinoamericanas sean más eficientes para combatir la delincuencia y dar mejores servicios públicos?, le pregunté. Muñoz me respondió que hará falta una combinación de liderazgo político y estrategias consensuadas para adoptar medidas a largo plazo que trasciendan los períodos presidenciales.
“Los gobiernos quieren hacer todo en cuatro años, porque la política electoral los presiona a mostrar que están haciendo algo’’, dijo Muñoz. “Pero para solucionar temas como la seguridad ciudadana hacen falta periodos más largos. Tiene que haber liderazgo para decirle la verdad a la gente, y decirle que algunas cosas van a tomar tiempo: que resolver los problemas lleva tiempo”
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Es necesario adoptar estrategias consensuadas de largo plazo para arreglar los problemas más graves, no sólo en Latinoamérica sino también en Washington D.C. La polarización política y la incapacidad de hacer planes que trasciendan los períodos electorales parecen ser problemas universales en estos días.
En el caso de muchos países latinoamericanos, una de las principales características de los gobiernos ineficientes es que tratan de convertirse en fundadores de la patria. Cada nuevo gobierno deshace todo lo hecho por su predecesor, en vez de construir sobre lo que heredó, y de tratar de forjar acuerdos nacionales para resolver los problemas mas importantes. A menos que esto cambie, los problemas no se resolverán, y cada vez más gente empezará a referirse a su gobierno como una “ineptocracia”.
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