miércoles, 15 de diciembre de 2010

El cambio

Por Raúl Wiener, Analista

Un ex presidente (Toledo) y la hija de otro presidente (Fujimori), que hizo de primera dama cuando su padre expulsó a su madre de Palacio; tres ex ministros, dos de Toledo (Kuczynski y Rodríguez Cuadros) y una de García (Araoz); un ex presidente de la seguridad social de Fujimori y ex alcalde de Lima donde siempre fue amigo de los gobiernos de turno (Castañeda), son seis de los siete candidatos que se conocen hasta ahora.

No vamos a referirnos aquí a las alianzas por falta de espacio, pero en ese caso también aparecen ex ministros de García, aliados del actual gobierno en el Congreso y otras variantes del pasado. Pero lo más interesante de todo es que cada uno de los seis asegura representar una opción para el cambio. El más audaz, por cierto, es Kuczynski que, al lado de Yehude, Lourdes, Lay y Acuña, ha bautizado a su sancochado como el “gran cambio”.

Y digo: ¿no es este caballero algo así como el padre del neoliberalismo en el Perú, que tuvo entre sus pupilos a Ismael Benavides, Abusada, Boloña, que son a su vez progenitores de Aráoz, Zavala, Carranza y otros, que han manejado la economía peruana durante 20 años (sin contar el período belaundista), siendo que PPK fue el directo conductor 2001-2005, antes el comprador de las privatizaciones de los 90, y después el miembro de directorio de numerosas empresas que han tratado con García?

Keiko Fujimori ciertamente dice que ella repetiría lo de su padre, pero sin el “error” de asesorarse de Montesinos. Pero Kenya lo que hizo es dar un golpe de Estado para imponer las privatizaciones y reformas económicas, las leyes antiterroristas y la Constitución neoliberal y autoritaria que rigen hasta hoy, y que ni Toledo, ni García, han querido tocar, y que Lourdes y Rodríguez Cuadros consideran un escándalo querer cambiar. ¿Cuál es lo nuevo que encarna la hija del prisionero, que se ha rodeado de Yoshiyama y Rey como vicepresidentes, con lo que ha logrado llevar la onda retro hasta sus extremos?

Toledo, Kuczynski y Aráoz se arranchan el “éxito económico”, pero advierten que hay que ponerle un poco de sensibilidad social. Pero nunca dicen porqué la sensibilidad fue tan escasa cuando tuvieron la capacidad de decidir cosas. Y es que más allá de los programas sociales paralelos para gente que debe mantenerse pobre para seguir recibiendo regalos del Estado, el modelo vigente apunta a la concentración del ingreso y la propiedad, y a debilitar los niveles medianos y pequeños de la actividad económica, así como a postergar las demandas de los trabajadores.

Sobre eso el “progresista” Rodríguez Cuadros, espanta cualquier sombra de radicalismo y se pone a la derecha de Toledo cuando para negar la posibilidad de aumentos de salarios, afirma que “no es demagogo”. Curiosamente el candidato de Fuerzas Social y el MNI es en algunos aspectos el más conservador de la baraja del continuismo. ¿Y qué decir de Castañeda? Casi nada, porque él mismo no abre la boca, más que para quejarse de que le hagan críticas. Imagina este señor que sus obras hablan por él y que los electores pensarán que llenará el país de cemento, como ya empezó a hacerlo en la ciudad de Lima. Y, a todo esto, ¿dónde queda el cambio, grande o perruno, con tanto personaje repetido?

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