viernes, 19 de noviembre de 2010

El Consenso de Urubamba

NIÑO MATSIGUENGA del Valle de Urubamba


Por: Juan Garrido Koechlin

Lo más resaltante de la CADE ha sido, sin duda, la -casi- homogeneidad de los asistentes y exponentes sobre la "visión país" y la estrategia de desarrollo para el Perú. Tanto a través de las exposiciones donde merece mención aparte la brillante presentación de Luis Carranza-, como de las propuestas realizadas por 4 de los 5 candidatos presidenciales presentes, la reunión afirmó un modelo de desarrollo que podríamos centrar en cinco puntos.

Primero, en la necesidad de mantener el rumbo económico basado en estabilidad macroeconómica, responsabilidad fiscal y monetaria y apertura comercial. El crecimiento, en la opinión de los expositores, debiera ser más "inclusivo", con lo cual adelantan una postura redistributiva por parte del Estado; no obstante, fue mayoritario el apoyo a las medidas de corte social.

En segundo lugar, están las mejoras en la competitividad y la productividad local, con lo cual resaltaron la necesidad de reformas en aspectos microeconómicos regulaciones, permisos, costos y otros. Resaltó, en tercer lugar, la necesidad de luchar frontalmente contra la corrupción, la delincuencia común y el narcotráfico. La inseguridad puede socavar el modelo, perjudicando a millones de peruanos aún viviendo en zonas de pobreza.

En cuarto lugar destacó la importancia de la innovación y el reclamo por mayores flujos de inversión en investigación y desarrollo (R&D). Finalmente, sin que ello signifique un menor nivel de importancia, se remarcó la necesidad de mejorar la calidad institucional local; esto es, mejoras en el trabajo y desempeño del Poder Judicial, de los organismos anticorrupción y de otros estamentos del Estado.

El Consenso de Urubamba debiera servir, entonces, como fulcro -punto de apoyo- para consolidar el actual modelo y emprender las reformas pendientes que nos permitan terminar de cruzar el puente de los "en vías de desarrollo". Arquímedes decía "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo"; parafraseando al matemático de Siracusa, el Consenso es nuestro fulcro y el desarrollo nuestro objetivo.

Dos notas sobre las que tengo una particular opinión: primero, hay que insistir en las reformas institucionales. Mercados libres sin instituciones sólidas son tierra de nadie, abriéndose espacios para la expropiación pública o privada léase, mercantilismo o estatismo. Esto no significa regular (interponer trabas a priori a potenciales acuerdos entre dos partes), sino mejorar las instancias de arbitraje frente a posibles diferencias futuras. Luego, hay que anteponer -por sanidad- la competencia frente a la compulsión. Escoger a los sectores favorecidos de manera previa a las preferencias de los consumidores siempre ha sido una receta, si no abierta a corruptelas, predispuesta a la manipulación política.

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