jueves, 4 de febrero de 2010

La Teta Asustada deja a nuestra gente como bárbaros

Por ALDO MARIÁTEGUI

Como una persona que no es envidiosa y se alegra de los triunfos ajenos (aún más si es de compatriotas), me pareció bacán que La teta asustada haya sido nominada para el Oscar a la mejor película extranjera. Reconozco que en lo formal está muy bien hecha y trata de expresar una profunda sensibilidad, pero no me voy a subir ahora al carro de los aplausos de los convenidos y reitero -por más que se me vengan encima, como la vez pasada que la cuestioné- que no me gustó porque deja a nuestra gente como bárbaros que meten muertos debajo de sus camas o se introducen papas en la vagina con pasividad médica, como si eso fuera lo más normal. Me repelió esa mirada de poético safari sociológico, de National Geographic antropológico de la directora, como en esa escena de la fiesta que los pinta como pintorescos hombrecillos, casi como monitos festivos. Se me dirá que es nuestra tercermundista realidad, pero me jode en mi orgullo como peruano que eso se use para lograr premios. La verdad, dice muy poco de la dignidad y autoestima nacional que los sectores retratados no se den cuenta cómo esa mirada de limeñita blanca metida a intelectual los deja frente a los demás, sobre todo en el extranjero. Como bárbaros ignorantes. Es mi opinión y tengo todo el maldito derecho de expresarla, por más impopular y antipática que sea.

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